Nombre y apellidos: Ludwig Beilschmidt
Nacionalidad: Alemania
Edad: 20
Rango sexual: Seme
Esclavo: Feliciano Vargas
Descripción física: Como da a suponer mi aspecto a simple vista, soy un alemán puro: mi pelo, corto y rubio, mi piel blanca y mis ojos azules, delatan mi ascendencia aria.
Al igual que mi familia, tengo una altura considerable, de 1.9m concretamente, y un cuerpo bastante atlético, con un pecho firme y brazos y piernas fuertes.
Mi cara es la de un joven bello y bien plantado, con los rasgos característicos de mi familia. Además tengo un buen porte, con rectitud militar, que contribuye a realzar mi aspecto de seguridad en mí mismo y autosuficiencia, además de ayudarme a causar buena impresión y parecer digno de confianza. En resumidas cuentas, un militar ario de pura cepa.
Personalidad: Aunque ya no exista, yo siempre seré de sangre pura “alemana”. Suelo ser frío y estricto, excepto con aquellas personas a las que quiero, a las que soy capaz de darles el cariño que se merecen de por si. Por desgracia, soy de sonrojo fácil, el hecho de que alguien me abrace y me devuelva el cariño me hace sonrojar, aunque siempre conservando la típica masculinidad innata en mí. Sin piedad ante mis enemigos y ante aquellos que quieran alterar el orden en la nave, siempre estando alerta de que nada falle, de que siempre haya de todo para todos. Sensible, aunque oculto tras una pequeña máscara, esa que hace que hasta el que se lo plantee varias veces se piense un par de veces si intentar sus propósitos o no.
Gustos: Como buen alemán que soy, las salchichas, la cerveza, las patatas y quizás un poco la pasta porque le obligaron a probarla una vez.
Disgustos: Nunca me gustaron las cosas orientales. Ni lo más mínimo. No soporto su comida, ni sus costumbres ni nada suyo. Además, he olido los inciensos y me marean. Mejor apartarme de oriente.
Historia: Nací diez años después del fin del mundo, en el año 2030. La nave es enorme, y aunque me he aprendido los planos y todas las ubicaciones de memoria, y dispongo de un registro de los habitantes de la nave, no son más que datos, hay muchos lugares y mucha gente a la que ni conozco. Pero algo me preocupa: mi piel es más oscura que la de la mayoría de gente, y a pesar de ser jefe de la nave, algunos me miran mal y no entiendo por qué, procuro no excederme cuando llevo a cargo mis funciones y ser justo. Pero no tengo tiempo para pensar en eso, he podido observar que, a pesar de ser la vida en la nave tranquila por lo general, sí que hay de vez en cuando algún alboroto localizado en el que tengo que intervenir y enfriar pacíficamente los ánimos. El trabajo de un jefe nunca termina.
- Spoiler:
Nairen